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SERENDIPIA

diciembre 19, 2018
serendipia

Foto by @cerrandoplano

–  ¿Podría decirme, por favor, qué camino puedo tomar? 

– Eso depende de a dónde quieras ir – respondió el Gato.

– Lo cierto es que no importa demasiado a dónde…-dijo Alicia.

-Entonces tampoco importa demasiado en qué dirección vayas- contestó el Gato.

Alicia en el País de las Maravillas

– Lewis Carroll –

 

El proceso de compensación de la dislexia de Ángel fue una serendipia.

Como ya os he contado el «no» diagnóstico de la dislexia nos llevo directos al optometrista, aquí se perseguía trabajar la lateralización del ojo y de la mano. Seguimos  a rajatabla todas sus recomendaciones y consejos, entre otros, ese «este niño tiene que aprender a respirar«, ya que observo la tensión que le causaba escribir, así que seguimos el camino que nos indicaba y Ángel empezó sus clases de yoga.

Estando en esto, no habría pasado un mes, leyendo la revista Cuerpomente, por casualidad, o por causalidad, leí un breve artículo que trataba sobre las alegrías del Método Tomatis en niños con problemas de aprendizaje. Tecleé en Google y descubrí el Método de Escucha del Dr. Alfred Tomatis, del que quedé fascinada y, sobre todo, llena de esperanza. La carambola fue comprobar que en nuestra ciudad había un centro  Tomatis. ¡Qué Bien, la suerte estaba de nuestro lado! La técnica de estimulación por la escucha del método Tomatis consiste en escuchar la voz de la madre, música de Mozart y cantos gregorianos para devolver al niño disléxico el equilibrio auditivo y conseguir una franca lateralización. Es una técnica audio-psico-fonológica que lleva consigo un proceso de maduración y además de ofrecer mucha información de su estado emocional. Siguiendo este nuevo camino que se nos abría podíamos comenzar también a gestionar su frustración, sus miedos e inseguridades, leyéndole cuentos, viendo películas y  dándole a tomar Flores de Bach.

Era justo lo que necesitábamos y  tenía su lógica si no estaba lateralizado el ojo, tampoco lo estaría el oído. Y, me dije: ¿Por qué no ? Si a  la vez que lateralizamos el ojo, lateralizamos el oído  y podemos ganar tiempo. Si esperábamos a que fuera  alta en la terapia visual para empezar con el método de la Escucha bien podrían transcurrir dos años, pensé. Era demasiado tiempo para la vida de un niño de seis años y, como dice Mary Poppins, perderíamos «el compás» – el compás de  la autoestima de mi pequeño que estaba en juego-. No lo iba a consentir:  la terapia de la Escucha Tomatis no suponía un gran esfuerzo para él y, especialmente, no  le iba a causar  dolor.

Y, como  sabéis, mi mantra  durante todo el proceso de compensación de la dislexia de mi hijo fue : «Por favor, sin dolor».

Así, aunque  realmente mi agenda se complicaba  y no tenía ni idea cómo lo iba a  hacer, decidí atravesar esa nueva  puerta que se nos abría. A los que necesitan certeza científica  acerca de  sí  este método,por sí sólo, compensa la dislexia, les diré que tal certeza no existe. También es verdad que hasta no hace mucho tampoco había evidencia de que la dislexia es un trastorno neurológico y no por eso nos quedamos quietos. Lo cierto es que Tomatis nos sentó de maravilla, a los dos.

Así una puerta abrió otra puerta: el objetivo de lateralizar el ojo nos llevó a lateralizar a la vez el oído.  Una vez que ya se encontraba más equilibrado,  comenzó la  reeducación o entrenamiento fonológico con  las sesiones de logopedia, dos veces a la semana.

La logopedia nos abrió otro camino, otra oportunidad. Para entonces los Colegios de Logopedas  recomendaban el uso de las gafas Chromagen. Son unas lentes que ajustan y fijan la frecuencia de la luz, mejorando la transmisión de la imagen. La calidad de la información que llega al cerebro es mejor  y por tanto, mejora su comprensión.  Acudimos a la única óptica dónde  las vendían en España y nada más ponérselas comprobamos como no deletreaba al leer. Eso si, tenía que llevarlas puestas bastantes horas. Fue un descubrimiento total.

El psicopedagogo de Tomatis, a su vez, nos indicó donde encontraríamos otra puerta: la que nos acercó al Brain Gym, el aprendizaje a través de la kinesiología -el movimiento como clave del aprendizaje-que integramos como una de unas rutinas  y con ella aprendimos a poner el cerebro en una situación óptima para aprender, siendo la herramienta que utilizamos para hacer  frente al cansancio que causa el aprendizaje a los disléxicos  de una forma fácil  y sin dolor».

Foto by @Silvia Lobarte

De esta forma, atravesando todas las puertas, siguiendo los caminos que nos marcaban, termino con la frase que iniciaba el post:  el proceso de compensación de la dislexia de Ángel fue una serendipia. Una terapia llevaba a otra, avanzábamos, despacio, pero avanzábamos. Muchas veces mi sensación era como si nos llevarán en volandas, sin una conciencia plena de cómo habíamos llegado al punto concreto donde nos encontrábamos.

 

La clave, sin duda, estribó en que decidí dejarme llevar SÓLO por mi corazón (me armé con una impenetrable coraza ante las opiniones ajenas). 

No desprecié nunca ninguna herramienta de aprendizaje, ninguna terapia que salía a nuestro encuentro, aunque fueran desconocidas y pudieran parecer extravagantes. La actitud siempre curiosa, en constante receptividad, atenta, y sobre todo preparada para cuando llegaba el momento, sirvió a Ángel que aprendió a compensar su dislexia desde muy pequeño y con unos resultados más rápidos, evitándole un mayor coste personal, dulcificando el dolor conforme aprendía a coger las riendas de su dislexia.

Sí, fue pura serendipia. Pura magia.

Cuando no sepas que camino tomar escucha siempre a tu corazón.

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2 Comments

  • Reply MªÁngel ALONSO-GENIS marzo 1, 2019 at 2:49 pm

    Serendipia, Intuición, Suerte, …. Da igual el nombre que elijas. Lo importante es TU ESFUERZO CONSTANTE para guiar a Ángel, para enseñarle que las dificultades están para superarlas y que hay que enfrentarse a ellas paso a paso, sin tregua y sin pausa.

    • Reply momdislexia marzo 17, 2019 at 10:44 am

      Es verdad, y también lo es que hay que saber ver las oportunidades que se presentan para avanzar siempre adelante, sin tregua y sin pausa. Abrazote.

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