¿QUIÉN CONSIGUIÓ QUE COGIERA EL LÁPIZ?

       Lo consiguió NANO, un cachorro Golden retriever.

Adriana, mi rumanita, -una jovencita llena de energía que cuidaba de mis hijos mientras yo trabajaba-, una mañana se presentó con la noticia que un amigo suyo cuidaba unos cachorros preciosos. A continuación, como es fácil de suponer, mis dos hijos pedían al unísono ir por la tarde sólo a verlos. Cuando tus hijos tienen vacaciones y tú, un montón de trabajo, cuántas veces, das permiso sin sopesar las consecuencias… Y, aquí comenzó la conjura para tener un perrito. 

Cuando el pedagogo de Tomatis me comentó lo ilusionado que había encontrado a mi hijo porque iba a tener un cachorro. Me quedé perpleja, se daba como un hecho consumado. Y añadió que podría ser una oportunidad para vencer su rechazo a escribir, siempre que él se comprometiera a escribir un diario sobre su perro. Así era imposible negarse a tener un perro en casa, más  cuando yo misma,  había crecido junto  a ellos,  especialmente,   junto a  mi adorado You, y  la idea de que mis hijos  tuvieran esa suerte, en el fondo me gustaba.

Las ventajas de que  los niños tengan un perro u otra mascota  son conocidas: ayuda a que crezca su autoestima y su bienestar psicológico por que se sienten  muy queridos,   sobre todo  por qué su perro no les juzga, les son leales sin más; los niños se hacen más  responsables. tienen la obligación darles de comer, limpiarles, sacarles a pasear para que hagan sus necesidades  y estén en forma;   tienen que protegerlo  y, a su vez, éste les proporcionada seguridad; se socializan antes, tienen que entablar conversación con las personas que les paran  para decirle  algo a su perro y con los dueños de otros perros, y  sobre todo, su perro se  convierte en un profesor particular en la escuela de la vida  ya que con él aprenden de forma natural su realidad: el nacimiento, la enfermedad, la sexualidad, la muerte…  . Y , por supuesto  accedimos de buen grado a tener un perrito , no antes sin firmar este acuerdo – que fue el primero  de una  larga  secuencia de alianzas que a lo largo de nuestra vida en familia hemos ido sellando – : Ángel se comprometió a  escribir cada mañana en su diario sobre Nano, Isabel a sacarlo a pasear todas las mañanas y Adriana- la iniciadora de  la conjura- a quedarse con él  siempre que lo necesitáramos.

Y, de esta forma , la última tarde del mes de julio, justo antes de iniciar nuestras vacaciones de verano  se fueron con su padre a recoger al cachorro.

Y  accedimos  con el siguiente acuerdo –el primero de una larga secuencia de alianzas que a lo largo de nuestra vida en familia  hemos ido sellando –.

Y, todos cumplieron con el trato: Ángel, antes de irnos a la playa  compró su diario, con ilustraciones de su magnífico compañero de infancia, Harry Potter y, sin rechistar, cada mañana antes de bajar a la playa,  escribía en su diario sobre su perro, Nano. Isabel, lo sacó durante dos largos años, hasta que comenzó la secundaria y tuvo que madrugar, y Adrianita continúa, a pesar de no estar ya con nosotros, cumpliendo su parte. 

El objetivo principal era que Ángel, antes de comenzar 2º de primaria, se desbloqueara: cogiera el lápiz y comenzará a escribir.Y, de nuevo seguí el consejo de  R. Davis en su libro »El Don de la Dislexia»:   «Conforme se dan los adelantos, es importante no ser negativo ni hacerle sentirle mal por cometer errores». Y añadía,» a la larga, los disléxicos corregidos – yo me refiero a ellos como «compensados», siguiendo a  Beatriz, su logopeda – podrán comprobar, por sí solos, cómo escribir correctamente las palabras cuando las lean».

Y  cada día se le aplaudía el sólo hecho de escribir – juntando palabras, separando sílabas, invirtiendo letras, con  multitud de  faltas de ortografía… – y… por fin, escribía.

Y resultó que Nano, quién  había  llegado a casa por Ángel, eligió a Isabel  como la jefa de su manada.