Cuando leí esta cita de Vince Lombardi: «GANAR NO LO ES TODO, PERO QUERER GANAR SÍ QUE LO ES», me gusto el juego de palabras con el que define el espíritu de superación. La infancia y adolescencia de un disléxico, posiblemente también su vida adulta,es una historia de superación. Mi hijo siempre ha tenido dentro el gusanillo de «querer ganar».
Al escuchar a Luz Rello, la creadora de Dytectative, en la conferencia que impartió el pasado día 8 de febrero: «APRENDER CON DISLEXIA ES POSIBLE, METODOLOGÍAS INNOVADORAS» en Ibercaja- Patio de la Infanta constaté que ésta es otra de las cosas que comparten muchos disléxicos.
Como puedes ver en la foto, a sus siete años, mi hijo era un «tirillas». Durante nuestras vacaciones en el Mareny decidió participar en el maratón infantil que se celebra cada verano. Y le apuntamos, no sin cierto temor a que si abandonara la carrera o llegaba de los últimos se sintiera decepcionado. La carrera fue emocionante, no porque ganará que no lo hizo sino porque demostró que corría bien, y sobre todo, porque quedo muy claro de que madera estaba hecho: en mitad de la carrera se cayó dándose un buen tozolón, se levantó rápidamente, el sólo, y continuó corriendo- pesar del dolor- con más ganas si cabe. Agotado alcanzó la meta y en buen puesto. Qué satisfacción sintió al dejarnos boquiabiertos de admiración y de orgullo de padres.
Esta actitud de superación se repetía cada vez que los resultados que obtenía en los exámenes no eran los deseados y se mostró inmensa entrenando en Atletismo (siempre con mayúscula). Me sentía tranquila al ver como se empeñaba una y otra vez en conseguir sus objetivos.
Uno de los momentos donde más tuvo que superarse fue en segundo de bachiller y la selectividad. Curso y prueba donde el esfuerzo y el trabajo duro conviven con la incertidumbre colectiva de aprobar y conseguir nota de corte. Para mi hijo no fue fácil. El esfuerzo había que mantenerlo a lo largo de todo el curso, y tras éste, cansado, afrontar la prueba de acceso a la Universidad, y tuvo que recurrir a todas las herramientas aprendidas desde muy pequeño para optimizar su esfuerzo: respiraciones profundas antes de ponerse a estudiar, y sobre todo, antes de acudir a los exámenes; practicar Brain Gym para que los dos hemisferios cerebrales trabajen de la mano, y ejercicios de relajación.
Esta incertidumbre convivía con su espíritu de «querer ganar», de «sacar un diez». Sueño que le había acompañado a lo largo de toda su vida escolar, en la que sus verdaderas capacidades quedaron, demasiadas veces, ensombrecidas por sus rasgos disléxicos, las mismas con las que él soñaba con brillar.
Y su sueño se hizo realidad, nada más y nada menos que, en inglés -caballo de batalla para muchos disléxicos-.El objetivo del curso era redactar textos con soltura. Y, justo fue aquí donde el inglés se le hizo fácil: La calificación de su primer examen fue un notable y fue felicitado por su profesora. Gracias a este reconocimiento se vino arriba -como si le hubieran tocado el botón que le obliga a darlo todo- y, decide, inmerso en los exámenes finales, presentarse a subirla nota. Y lo consigue: sacó un NUEVE. Dando, lo que a mí me gusta llamar, un salto «cuántico» en el aprendizaje del inglés -LO QUE NO ES Y, DE REPENTE, LO ES TODO- Al fin, Ángel gana la carrera que viene disputado durante toda su vida escolar contra él mismo.
En matemáticas , también se materializó su sueño, en este caso la carrera fue de fondo: durante todo el curso persiguió un diez, y examen tras examen, se le escapaba. En ningún momento se dio por vencido. Siguió con sus clases semanales y con la actitud intacta.
La prueba de acceso a la universidad era su última oportunidad. Por esta vez me escucho y se preparó también mentalmente.
Tenía que darlo todo y era preciso ir al examen muy tranquilo y concentrado. Así que antes de dormir hizo una larga sesión de relajación , durmió sus ocho horas, y antes de salir para el examen practicó, con plena conciencia, varias respiraciones profundas y los ejercicios de brain gym que le ayudan a optimizar sus habilidades espaciales y de cálculo. Del examen salió muy contento, casi eufórico, seguro de que ahora sí lo había conseguido. Y así fue, en su última oportunidad, se coronó con el ansiado diez.
¡Cómo no coincidir con Lombardi: ganar no lo es todo, pero querer ganar sí que lo es!
!!Mi enhorabuena, campeón!!
Todos llevamos dentro, aunque sea pequeño, el gusanillo de «querer ganar»que nos obliga a salir de nuestra zona de confort. Y a tus hijos ¿Cómo les cosquillea?
4 Comments
Ya puedes decir tu también que has cumplido tu misión. Enhorabuena Mercedes!!!
Mil gracias, Laura. Larga misión que la haría mil veces. Un abrazo.
ENHORABUENA a los dos luchadores!!!!
Abrazo. sister.