El título de esta entrada es un guiño a la logopeda de Ángel, BEATRIZ, quien me enseñó que la dislexia no se supera o se cura, sólo se compensa.
El 24 de noviembre de 2005, en la última página de su diario, Ángel escribió:
Primera página.- «Yo tengo siete años y en marzo cumplo ocho y pron-
to llega la nabidad y apapanoel ledire d-
os cosas y alosRelles magos otras dos cosas,
silosumo son cuatro cosas bredad.
Lla casi heterminado este diario mañana nos
tendemos quedes
pedir o ahora»
Segunda página.-« pero el saba-
do bolbemos con otro diario y
será muchisimo mas dibertido asique nos
bamos bolando que i-
gual nos pilla el to-
ro y seguro quenos pilla proque
lla hacojido a uno y me-
va a cojer a mi como no me de
prisa».
Según Eduardo Herrera Cantera, psicólogo y logopeda, «la dislexia es una dificultad significativa y persistente que afecta las habilidades lingüísticas asociadas a la lectura y a la escritura, especialmente a la discriminación fonológica, la memoria a corto plazo, la descocificación, la secuenciación fonológica y la percepción de los rasgos de las letras. Se manifiesta como una dificultad de la automatización de la lectura, problemas con la ortografía y también con el cálculo aritmético, en niños con una inteligencia y entorno socio educativo normal.»
En los últimos años, los recientes estudios científicos, apoyados en las nuevas técnicas de Tomografía por emisión de Positrones, muestran que en los disléxicos las áreas de asociación auditiva no funcionan igual que las de un normo lector. Las conexiones funcionales del lóbulo temporal (áreas fonológicas) y áreas visuales del lóbulo occipital del hemisferio izquierdo tienen un nivel de activación muy bajo o inexistente.
Lo cierto y lo bueno es que una reeducación intensiva basada en el entrenamiento fonológico y orientada a enfocar la atención entre grafemas y fonemas, casi siempre, es exitosa. Este entrenamiento tiene que ser muy intenso, tal como si se tratara de un atleta de alta competición.
Hace catorce años, cuando no se sabía tanto de la dislexia como actualmente, ya el profesional imprescindible para poder compensarla con éxito era un logopeda. Yo pertenecía de pleno derecho al grupo de padres despistados y, como ya he contado varias veces, para abordar la dislexia de Ángel seguí mi intuición dirigiendo el intenso entrenamiento que recibió mi hijo. Los primeros meses tras el diagnóstico (en verdad, el no diagnóstico), y dada su desorientación en el espacio y en el tiempo,- ahora sé que se llama déficit de atención espacial y temporal-, los dedicamos a tomar consciencia del espacio haciendo terapia visual en casa y aprendiendo a escuchar en Tomatis. Tras el estirón del verano, al inicio de segundo de primaria mi hijo comenzó a acudir a la logopeda. Exigí que recibiera dos sesiones semanales porque teníamos mucho trabajo por delante, su tutora me acababa de anunciar que repetiría curso, y yo le había asegurado que » No, mi hijo no va a repetir«, y yo no me iba a desdecir.
Cuando Ángel escribió estas páginas en su diario, llevaba tan sólo tres meses recibiendo tratamiento de logopedia, y como se ve » su caja de las letras» estaba bastante desordenada: unía los fonemas de una palabra con los de la siguiente, no distinguía los espacios entre palabras , confundía fonemas: fíjate que a Papa Noel no le «pide«, le «dice» dos cosas, a los Reyes Magos otras dos, y encima las suma y son cuatro cosas de bredad.
La suerte volvió a estar de nuestro lado: Beatriz, su logopeda, es también disléxica, y me aportó la mirada desde dentro que necesitaba para comprender y abordar la dislexia de mi hijo. Siempre, durante los siete años que Ángel estuvo recibiendo tratamiento, logopeda y familia fuimos de la mano en la misma dirección.Sumando. Convirtiéndose en uno de sus pilares donde se apoyaba.
Shally Shaywitz en su libro » Superando la dislexia», y su esposo el neuropedriatra Dr. Bennet Shaywitz, puntualizan que si bien los disléxicos tienen problemas para descifrar los componentes fonológicos de las palabras, a menudo son bendecidos con un mar de fortalezas, su debilidad está a menudo rodeada de puntos fuertes en el razonamiento, en la resolución de problemas, en la comprensión y formación de conceptos , en un pensamiento crítico, en un conocimiento general y vocabulario.
Leyendo al niño disléxico de siete años que fue mi hijo, su falta de conciencia fonológica es evidente, pero también se aprecian sus bendiciones: esa consciencia de que acaba su diario ,y que lo convierta en el tema de ese día, su sentido del humor prometiendo más diversión a su público, que no era más que yo, -o quizá, ya intuyó que tú le leerías-. Leyéndole encontraba el lado positivo de su dislexia, y me tranquilizaba porque a pesar de su enorme dificultad, sabía que mi hijo no era nada tonto y conseguiría compensarla. Y tú, ¿ encuentras el lado positivo de la dislexia?Me encantará me lo cuentes.
10 Comments
Buenos días, excelente y utilísimo texto. Muchas gracias.
Mis padres y tutores (aquí hablo como disléxico) tampoco contaron con las herramientas pertinentes y los conocimientos científicos para «curar» mi disléxia, tiraron de sentido común y remedios «ad hoc» pero que al fin y a la postre sirvieron para lograr (más o menos) salvar las dificultades. Creo que ya te conté la separación letra a letra, el lapso escritor y lector, la aritmética descompuesta, es decir, comenzar las operaciones desde el final (resultado) hacia el principio…
Aún guardo muchos tics de entonces y aún conservo muchísimos rasgos disléxicos. No obstante me quedo con lo positivo de algún modo, no sé cuál es la explicación teórica, sin aplicarlos de modo consciente gano en rapidez y comprensión lectora, asumo los textos a la manera de un taquígrafo sin perder contenido… Agradezco de veras, a quienes como tú hiciste de un modo brillante con tu hijo, dedican afecto, tiempo y esfuerzo a adecuar la disléxia a su cauce que una vez encontrado resulta un curso con más ventajas prácticas incluso que inconvenientes. Un abrazo y de nuevo gracias por tus palabras.
Gracias a ti, Miki. Te has compensado brillantemente tu dislexia, y el sentido común y el amor son las herramientas más útiles para compensar la dislexia y para la vida. Tu método desde el resultado a descomponer las letras » ratón de Vallecas» es lo más. Y sobre todo que creyeron SIEMPRE EN TI, Un abrazo y gracias por pasarte por aquí.
Un placer volver a encontrar a Ángel- niño.
Pero mucho mayor placer encontrar tus enormes y cálidos deseos de ayudar a quienes están enfrentándose a la dislexia, descubriendo para ellos un camino y una esperanza. EXCELENTE APOYO. Un abrazo enorme
Esa es la idea del blog. Gracias, Mariángel.
Buenas tardes, enhorabuena por el premio. Te conozco a raíz de éste.
Hablo como mamá de disléxico de 7 años. El cúal no sabe de la palabra “dislexia”. Solo sabe que va a pasar a 3 de primaria sin saber leer ni escribir.
Contestando a tu pregunta de cosas positivas de un niño con dislexia: miles!
La imaginación que tienen es extraordinaria, ven cosas que los demás no ven, “think out of the box” es lo normal para ellos, son ingeniosos, expresivos, y los mejores compañeros de juegos.
Estoy segura que mi hijo hará lo que quiera en un futuro y se buscará los caminos que sean necesarios para llegar a su meta. Solo siento que este sistema educativo solo le ponga barreras.. pero las saltamos juntos. Siempre le digo que somos un equipo y él me dice: pero tú ya sabes leer y escribir. Y le contesto: no, hasta que tú no sepas. Juntos lo conseguiremos.
Mucha fuerza a todas aquellas mamás que hacen equipo con sus hijos disléxicos.
Buenas tardes, Eva.
Me ha encantado leerte, coincido contigo totalmente de que ésta es la actitud. Cualquier cosa que necesites y te pueda ayudar ya sabes donde estoy. Mil gracias.
Estoy en el inicio de este camino como madre de un niño disléxico. Después de pasar por una reeducación visual, diagnósticos de retraso madurativo y recomendaciones de seguir trabajando mucho lectura y escritura, pero sin más, hemos llegado al diagnóstico. Y empezamos a trabajar. Y nos va a venir de perlas vuestra experiencia 🙂 Gracias
Genial,Eva.¡Qué alegría que nuestra experiencia os sirva.¡Buena ruta!
Tengo 32 años y me detectaron dislexia a los 6 (la profe de cole). Era leve le dijeron a mis padres, pero sino se trata se complicará en un futuro. Yo tengo dislexia al escribir determinas palabras como «cocoDirlo, pulma,» en lugar de cocodrilo y pluma. Leia bien, pero mi mente no reconocía el error escrito. Fui a un centro unos meses y mejore muchísimo. No comento apenas errores. Soy licenciada en derecho y tengo un máster. Se puede vivir con dislexia, pero es importante tratarla a tiempo y seguir trabajandola el resto de tu vida. Me cuesta mucho comprender las dobles negaciones, los exámenes tipo test de la universidad me volvían loca y los idiomas como el inglés q alteran el orden de las palabras hace q me cueste mucho más q al resto. Los disléxicos no somos tontos! Tu hijo hará todo lo que se proponga. Un beso y enhorabuena por el blog.
Gracias, por escribir. me alegra muchísimo leerte. Mi enhorabuena por tus éxitos, yo también estudie derecho y tienes razón los disléxicos sois muuuy listos.
un abrazo,