Primera página: «El pader de Nano pesa cuarentaquilos un día Nano me cupo la cola»
A continuación lo vuelve a escribir bien y añade: «, y ayer le llebamos al beterinaro»
Segunda página: «Ayer porla noche Nano no le de jo dormira Mama y oy no ha hecho cacas.
Miermana le saca a pasea pos las mallanas.
Ayer vino mi padre y hoy vamos a enseñarle a tare
tarer
trarre
trarer
traer la pelota. Asiju egan los perros»
Realmente impresionante, ¿verdad?
Inversión de letras, juntar palabras, separar otras, multitud de faltas de ortografía… aquella mañana sus rasgos disléxicos se mostraron en plenitud. Nunca se le riñó por sus errores. Sólo con que escribiera era un logro.
Luz Rello en la conferencia que impartió el pasado 7 febrero en Zaragoza nos contaba que las personas con dislexia son ciegos a sus errores. Durante su investigación que ha terminado con Dytective for Samsung, plantearon exponer sus propios errores a los niños con dislexia para que ellos a través del juego los detectasen, y así vio la luz PIRULETRAS. Mientras la escuchaba me vino a la memoria que en el «El Don de la dislexia», su autor escribió «conforme se dan adelantos es importante no ser negativo ni hacerle sentirle mal por cometer errores». Hay que asumir que los errores son parte del éxito, que mejor muestra que las humildes palabras de Michel Jordan cuando reconoció:
«He fallado más de nueve mil tiros a lo largo de mi carrera, he perdido casi trescientos partidos, veintiséis veces he errado el último tiro que decidía un partido. He fracasado una y otra vez durante mi vida y esa, precisamente es la razón por la que he sido exitoso».
Escribiendo todas las mañanas de ese verano sobre su cachorro, aprendimos que lo único importante era seguir escribiendo aún con infinidad de errores.
Te puedo asegurar que yo, aunque era consciente de su gran dificultad para escribir, estaba perpleja y muy preocupada, perno podía menos que sonreír al leer las aclaraciones de mi hijo al público invisible para el que escribía:
Un «Asiu egan los perros», sabes?
Mientras le leía, Ángel me observaba por el rabillo del ojo: mis sonrisas eran sus conquistas.
2 Comments
Mercedes: ¡cómo te admiro!… ¡Cómo os admiro! ♥
Abrazo enorme, Ester.