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ALIENTO

julio 17, 2018

ALIENTO

¡Cómo me gusta esta palabra! Aliento: Aire que se respira. Vigor del ánimo, esfuerzo, valor.

Y, cuánto lo necesitamos las madres y los padres de los niños/adolescentes disléxicos. Porque sólo teniendo el suficiente, podemos dar a nuestros hijos el aliento que necesitan mientras les acompañamos en este camino largo que exige recorrer, su dislexia.

Para aprender, nosotros los padres a tomar aliento, y una vez que nuestro ánimo sea vigoroso y podamos darlo a nuestros hijos quienes de verdad los que lo necesitan, para esta carrera de fondo que es la dislexia,  contamos con la aportación de María Mateo de @cuentos_para_crecer, que nos habla de COMO EL ALIENTO Y LA MOTIVACIÓN SON UNA ALTERNATIVA AL REFUERZO.

Os dejo con ella:

Desde siempre se ha pensado que la forma de construir una “sana autoestima” es a través del refuerzo: ¡muy bien! ¡campeón! ¡eres el mejor…! Y esto no hace más que construir la estima de quien lo dice: ¿soy el mejor? o ¿para él soy el mejor? ¿me siento de verdad el mejor? ¿y cuando no me sale, soy el mejor? Y así, yo, como niña, seguiría haciéndome mil preguntas.

Lo mismo ha ocurrido con la motivación por hacer o no hacer algo, o con la motivación por aprender y adquirir habilidades o desarrollar capacidades: siempre hemos pensado que la forma de lograr que un comportamiento se produjera, una habilidad se desarrollara y mantuviera en el tiempo, era ofrecer algo a cambio. Reforzar la consecución de aquello que se persigue, bien una buena nota, la promesa de algo material o incluso la crítica, la provocación por parte del adulto con tal de conseguir la reacción del niño o adolescente. Pero… ¿qué pasa cuando, por más que se esfuerzan no consiguen lo que se espera de ellos?  ¿Cuándo aquello prometido no causa interés? Y ¿cuándo esa crítica al contrario de lo que espera el adulto hace sentir mal en lugar de bien?

La realidad es que lo que debemos buscar en nuestros hijos es la motivación interna, el hacer las cosas porque tienen sentido para ellos, porque se sienten bien haciéndolas, porque les interesa el proceso y no el producto.

Entonces, ¿cómo podemos conseguir que nuestros hijos estén motivados?

Baja al nivel del niño, del adolescente,  trata lo como un igual, comprendiendo y teniendo en cuenta su individualidad, sus motivos; sigue los pasos para lograr su colaboración, busca la conexión – la cercanía siempre es motivadora-; cambia tu estilo comunicativo, no uses palabras-frases limitantes y comunícate de forma positiva.

Deja las etiquetas. Las positivas y las negativas, tanto unas como otras frenan en algún sentido. Investigaciones en el aula demuestran que cuando etiquetamos como “buenos” a los alumnos en alguna tarea y les presentamos diferentes cosas que hacer con distinto nivel de complejidad, siempre eligen la misma: la segura, la que saben van a superar obviando aquellas que pueden suponer un desafío. En cuando a las etiquetas negativas, poco hay que decir, ¡de motivadoras no tienen nada! De hecho, ya provocan que tanto adultos como niños/adolescentes nos comportemos como es lo esperado en función de las mismas.

Valora y reconoce el esfuerzo y no el fin. La realidad es que  cada niño-adoldescente es bueno en algo. No todos pueden ser buenos en todo. Hay cosas que se nos dan mal, que no nos motivan nada, que se nos “atragantan” y,  otras nos salen a la primera. Los adultos tendemos a ver e inculcar que hay que esforzarse para conseguir. Y al conseguirlo, es cuando reforzamos y reconocemos el buen trabajo. Ahora, ¿qué ocurre con aquellos  que se esfuerzan más que nadie y no lo consiguen? ¿y con aquellos que, al no tener que esforzarse en absoluto, lo que pedimos pierde el interés por completo y por tanto ni lo intentan?

En mi post  «La dislexia necesita una mentalidad en movimiento» hablo justamente de esto.

Rudolf Dreikurs nos transmite que debemos valorar cada pequeño paso y construir sobre él. Nos anima a dejar de usar el elogio y los refuerzos para alentar a nuestros hijos. Ofrecer aliento no es ni más ni menos que transmitirles confianza en ellos y en sus habilidades, hacer énfasis en el proceso y no en el fin, en ellos, y no en lo que “nos parece” a nosotros.

Guarda un rato del día para decir algo único a cada uno. Empieza el día con un saludo personalizado, un reconocimiento, algo que le transmite a tu hijo que es único y especial. Esto marca una gran diferencia. Es aliento puro. Decía Dreikurs: “Los niños necesitan aliento como las plantas agua”. Vamos a regarlos entonces.

Cuenta con ellos, implícalos en el día a día. Crea roles o papeles que les den cierta importancia y responsabilidad y rotadlos cada día. Sentir que contribuimos y somos necesarios para algo, nos mantiene motivados para hacer, ¡nos engancha! Implicarlos en la creación de las normas de casa, del aula es la manera de lograr que estén motivados para cumplirlas.

Enfócate en que colaboren. Cuanto más cooperen, mejor se sentirán. Investigar, experimentar, indagar… motivan para el conocimiento y el aprendizaje mucho más que un libro de texto.

Tenemos que lograr que nuestros hijos sean miembros activos de su aprendizaje, de su construcción como miembros efectivos de la sociedad. La misma palabra Educar lo transmite, pues educar, viene del latín ex-ducere, ese ex significa dejar salir, no meter. Dejemos que salga de ellos.

Ya hemos visto que la alabanza puede ser un “arma” de doble filo , por tanto ¿cuál es el lado positivo? La alabanza útil, la que efectivamente conduce a aumentar la autoestima y a crear una auto-imagen positiva tiene dos partes:

  1. El adulto describe de forma apreciativa lo que ve o siente.
  2. El niño, después de escuchar la descripción, se reafirma a sí mismo.

Podríamos resumirlo en que en lugar dede alabanzas evaluativas, hagamos alabanzas descriptivas. ¿Vemos algunos ejemplos?

ALABANZA EVALUATIVA

Madre: “¡Veo que has ordenado tu habitación, qué buena niña eres.!”

Reflexión de la niña «Realmente no soy tan buena, he escondido algunos juguetes debajo la cama”

ALABANZA DESCRIPTIVA

Madre: «Has trabajado un montón ordenando la habitación; los bloques están todos otra vez en la caja, los libros en la estantería, las muñecas en su cajón. ¡Caray, es un placer entrar en esta habitación!»

Reflexión de la niña: «¡Qué bien he ordenado la habitación!»

Qué suerte María, contar contigo y todo tu saber. Gracias.

cuentos para crecer

Tengo la fortuna y el honor de contar con las impresionantes fotos de @silvialobarte para ilustrar esta entrada, donde ella  y sus hijos trasmiten a la perfección la esencia y el espíritu de educar a través del aliento.

Gracias Silvia, de corazón.

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3 Comments

  • Reply MªÁngel Alonso-Genis Maestro julio 17, 2018 at 8:52 am

    ME ENCANTA. Además excelentes sugerencias en las propuestas para valorar a los niños

  • Reply Isabel julio 18, 2018 at 12:09 am

    Mercedes me parece un post buenísimo y creo que lo tendríamos que aplicar en nuestro entorno, haya niños o no. Hay mucha gente a nuestro alrededor a la que le cuesta un gran esfuerzo hacer una tarea determinada; por ejemplo una comida para invitados, cueste más o menos solo se valora el resultado y en el peor de los casos habrá gente que no hará alusión a la comida y se limitará a decir “estás guapísima” En definitiva, valorar, alentar, querer bien, que falta nos hace. Gracias❤️

    • Reply momdislexia julio 18, 2018 at 5:46 pm

      Tienes toda la RAZÓN. Cuánto aliento necesitamos todos. Un abrazo.

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