¿CÓMO DIAGNOSTICAR LA DISLEXIA?
Es una pregunta difícil de responder porque no todos los disléxicos presentan los mismos síntomas. Y a esta razón obedece el que pasen desapercibidos a padres y profesores los rasgos disléxicos.
En nuestro caso se mostraron de forma tan llamativa- especialmente en la escritura -que nos obligó a parar y prestar atención.Antes se veía que su ritmo era distinto:gateo hasta los dieciocho meses,sí me descuidaba incluso por la calle; y fue más que un mal comedor, nunca tuvo ninguna intención de coger la cuchara, no mostraba ningún interés ni por el acto de comer en sí ni por la comida- y cuando digo » ningún interés» no es por exagerar, era tal cual. Echando la vista atrás, ahora podría decir que ante la comida se bloqueaba, y entre lo que tardaba en comer y nada más acabar vomitarlo todo estábamos buena parte del día «en danza». También es obligado decir que fue un bebé y un niño adorable regalando por doquier su inmensa y encantadora sonrisa.
En escritura la primera aparición de un rasgo disléxico, tuvo lugar cursando 2º de Infantil al escribir su nombre como si estuviese reflejandose en un espejo.
Lo comenté con su profesora ,que no le dio importancia. Luego me di cuenta que las sílabas trabadas – bla, bra,,, no las distinguía bien y las dedicamos tiempo durante sus vacaciones de verano. Aún así, no conseguí que las diferenciará correctamente. Por el contrario, el comenzó a utilizar trucos mentales o compensaciones para que nadie se diera cuenta de su dificultad, y en Infantil lo consiguió: su profesora siempre creyó que Ángel había comenzado Tercero de Infantil leyendo perfectamente. En estas palabras no hay reproche, solo pongo de relieve esta capacidad que tienen los niños disléxicos.
Siempre he sido consciente de que la inhabilidad de aprender a leer era de mi hijo. Y también me sorprendía que, a la vez, era lo suficientemente listo para conseguir que pasase desapercibida.
Al comienzo de la Educación Primaria sus rasgos disléxicos se mostraron claramente como una imposibilidad para escribir bien. Su profesora se dio buena cuenta de ello y no escatimó ni dictados ni dedicación para cerciorarse de que «a mi hijo le pasaba algo». La psicóloga a la que acudí, tras el obligado estudio concluyó que «Ángel maduraba más despacio que otros niños y que todavía no estaba lateralizado». Comencé a leer e investigar, desde luego la inversión-omisión de letras y números, el unir unas sílabas de una palabra con las de otra me conducían directamente a la dislexia.
Y fue la lectura de «El Don de la Dislexia» la que me permitió diagnosticar, sin ningún género de dudas, que mi hijo era disléxico.
Y, como para mí fue de gran ayuda, me permito trascribir el capítulo 23, en el que Ronald D. Davis enumera los síntomas de la desorientación que pueden producir la dislexia, según las percepciones sensoriales afectadas:
Todos estos síntomas se mostraban en mi hijo. Fue una suerte que su dislexia se mostrase tan llamativa, se percibió fácilmente y la intervención se hizo obligada. El problema es cuando no lo es tanto, pasa desapercibida y es más difícil detectarla, y una eficaz intervención se demora, la autoestima del niño se pone en peligro y con ello los males se hacen mayores.
Ahora estamos de enhorabuena existe una investigación llena de esperanza, y de nuevo la solución viene de la mano de una persona disléxica: la emprendedora social de Ashoka, Luz Rello, ha inventado un juego (Dytective) para poder identificar la dislexia y entrenarla, ya que ha integrado todos los resultados de esta investigación en un app que puede usarla todo aquel que quiera y lo necesite.
Mi hijo pronunciaba mal algunas palabras de muy muy pequeño, nada significativo , pero sobre todo, si que daba la impresión de que no te oía o no te escuchaba, gracias a la Terapia de la Escucha Activa de Tomatis avanzó muchísimo.
Ángel dice que no recuerda esa sensación de náusea En cambio, la torpeza era evidente: derramaba sin querer el vaso de agua en la mesa, se dio unos golpes tremendos como cuando empotró su cabeza en un radiador del colegio jugando a ser Supermán o literalmente se coló por el hueco de una escalera…
No puedo concluir que mi hijo fuese hipoactivo, desde luego si que era un niño muy muy tranquilo y lento. En cuanto a la dificultad para llegar a tiempo a los sitios, más que un problema del niño lo es de su madre, e igual responde, a eso a que también tiene la madre su «puntito» de dislexia.
Eso sí, en Imaginación excesiva se gana, sin esfuerzo, una MATRÍCULA DE HONOR CUM LAUDE y como merece capítulo aparte, os lo cuento en «El Diario de Ángel».
Sí que perdía el hilo cuando hablaba y en los problemas de secuenciación daba claramente positivo: aprender todos los meses del año nos costó muchísimo, el mes de agosto, como es el mes de nuestras vacaciones siempre lo saltaba. Nunca canto las tablas de multiplicar, hacía las operaciones matemáticas necesarias mentalmente y nunca se percataron que no las sabía de memoria.
Entre los COMPORTAMIENTOS COMPENSATORIOS, PATRONES O TRUCOS MENTALES que crean para solucionar sus confusiones no resueltas, que os he comentado más arriba destacan éstas que a continuación os digo, pero estas » soluciones» a ellos no les ayudan porque retardan o detienen su capacidad de aprender.
Mi hijo adoptó una concentración extrema al leer,, una enorme dependencia de mí. Ojo: a los catorce años se declaró INDEPENDIENTE , y eludía.
Ante este panorama, me dije a mí misma: «está claro, es disléxico». Y a después añadía «perdido», haciendo mío el comentario, que me hizo sonreír, de la dueña de una tienda de juguetes y material didáctico: «no pasa nada, Einstein era disléxico perdido«.
Y así me lo habrán oído decir todos los que me hayan querido escuchar: «Mi hijo es disléxico perdido», y para mis adentros, me decía «como Einstein».
3 Comments
Excelente síntesis y guías de síntomas para ayudarnos a reconocer un grave problema de aprendizaje. ENHORABUENA y MUCHÍSIMAS GRACIAS
Me encanta ..te leo poquito a poquito
Qué gusto leerte a primera hora de la mañana!!!. Me encanta a mi también.